JUGUEMOS A APRENDER A COOPERAR
Como adultos, a veces nos resulta difícil lograr que nuestros hijos cooperen en el hogar o que nos hagan caso. Tenemos un patrón ofrecido por nuestros propios padres, que se enriquece por los sueños de lo que deseamos que sean y hagan en un futuro. El resultado, dejamos de verles en el presente, tal cual son, con la edad que poseen, con todas sus virtudes y con todos sus defectos, es decir: NOS ASUSTAMOS. Desde el temor, comenzamos a regañar, pelar y gritar, todo nos parece malo, feo, peligroso, difícil, complicado.
Será que por un momento podemos relajar nuestro nivel de exigencias y mirar la educación de nuestros hijos como si fuese un juego. Un divertido escenario en el que LA RISA es la invitada permanente, antídoto efectivo contra el estrés; un espacio en el que existen actividades interesantes y retadoras que nos invitan a la acción y a la sana competencia, en el cual veces lo hacemos bien, otras no tanto pero no existe una penalización por el error, todo lo contrario si esta vez no fui el ganador, eso me estimula para continuar intentándolo y llegar feliz a la tan deseada meta.
La actividad natural de los niños y las niñas es jugar, utilizar todos sus sentidos en conocer y explorar su cuerpo, la naturaleza, su entorno y sus relaciones sociales. Prestar atención a los ritmos y rutinas así como también colocar una chispa de imaginación en las propuestas que hacemos a nuestros pequeños, puede hacer la diferencia entre el entusiasmo y el fastidio. Hacer las tareas escolares, las labores del hogar, la lectura y a veces hasta los hábitos de aseo personal, entre otros, pueden cambiar radicalmente si nos lo proponemos.
La motivación es algo que nace dentro de cada persona y se expresa en el afuera, es por eso que necesitamos aprender a seguir las señales de cómo despertar esa motivación, cómo lograr que descubran lo que les impulsa, lo que les hace permanecer en acción sin cansarse, que fortalezcan su voluntad de aprender de los errores como en el juego, que descubran que son muy buenos al realizar alguna cosa y llenen de logros ese tesoro de la autoestima.
Por ejemplo si su hijo no quiere recoger los juguetes, CONVIÉRTELO EN JUEGO, podrías ofrecerte a ayudarlo y decirle “a ver quién termina más rápido de recoger tus juguetes ¿tú o yo?” el elemento de competición y de juego tal vez ayude a vencer su resistencia. O, si se niega a vestirse podría decirse “A ver con qué rapidez puedes vestirte solo”, a los niños les encantan los juegos contra reloj. Convierta sus tareas aburridas en algo más emocionante. Si es un chico que ya puede leer, ESCRÍBELO EN UN PAPEL, es posible utilizar notas cómicas del tipo: “ Auxilio…soy tu abrigo estoy mojado y lleno de polvo, ayúdame!. Esto además de invitarle a leer, le invita a pensar en la búsqueda de soluciones. Realice PREGUNTAS GENERADORAS, cuya respuesta no sea un monosílabo. A veces una simple pregunta puede ser más efectiva que una riña constante, el niño niña puede reflexionar sobre sus propias respuestas a los problemas.
Como es natural, al convivir, todas las familia pasan por necesarios momentos de fricción y ajuste, y como quiera que no hay recetas ni soluciones mágicas, tocará a cada uno diseñar su propia manera de ofrecer como madre, padre o adulto cuidador, las mejores oportunidades posibles para que sus niños y niñas crezcan felices y equilibrados.
Rosa Aura Figueroa Meza
Caracas, 17 de Septiembre de 2014
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